(Madrid, 20 de enero de 1716- 14 de diciembre de 1788).
Duque de Parma, Plasencia y Castro-como Carlos I-entre 1731 y 1735, rey de Nápoles-como Carlos VII- y rey de Sicilia-como Carlos V- de 1734 a 1759 y de España desde 1759 hasta su muerte.
Era el tercer hijo de Felipe V e Isabel de Farsenio que llegó a la vida adulta.
Carlos contrajo matrimonio en 1738 con María Amalia Walburga de Sajonia, de 14 años.
El primer asunto que el rey trató fue la Guerra de los Siete Años.
España cedió a Gran Bretaña la Florida y territorios del golfo de México, a cambio de la devolución de la Habana y Manila.
Desde la declaración de Independencia (4 de julio de 1776) los sublevados recibieron ayuda española de forma solapada.
En 1779 se rompieron las relaciones. El Tratado de París de 1783 puso fin a la guerra.
España recuperó Menorca, Florida y la costa de Honduras, aunque no pudo conseguir lo mismo con Gibraltar, que los ingleses se negaron en redondo a ceder.
Desaparecidos los ministros extranjeros, el rey se apoyó en los reformistas españoles.
Campomanes trató de demostrar que los verdaderos inductores del motín de Esquilache habían sido los jesuitas.
Por todo ello, mediante el decreto real del 27 de febrero de 1767, se les expulsó de España y todos sus dominios y posesiones fueron confiscados.
Promovió un nuevo plan de Estudios Universitarios, que fue duramente contestado por la Universidad de Salamanca, proponiendo un plan propio, que a la postre fue implantado años después.
ANÁLISIS GRAFOLÓGICO DE CARLOS III
Para los menos aficionados a la Historia, podremos refrescarles la memoria con respecto a este monarca si tatareamos la canción interpretada por Ana Belén y Victor Manuel « La puerta de Alcalá ».
Y no sólo esto, sino que a él le debemos el Museo del Prado, el jardín Botánico, la Cibeles etc, etc.
Y si la vida de Carlos III estuvo plagada de emoción y de altibajos, la letra nos demuestra con que templanza trató de sobrellevar su reinado manteniendo las lineas bajo un control férreo.
Tan solo en la primera que aparece en esta muestra se le escapa la pluma en un posible acto de optimismo dado que la eleva para llevarla al sitio casi de inmediato.
Para tratarse del Rey, como muy claramente indica en la firma, no abusa sobremanera de su cargo como podríamos observar en otros monarcas de distintas épocas.
No es una escritura grandilocuente, rellena de florituras.
Las mayúsculas están muy dentro de la norma caligráfica comunicándonos su gusto por la cultura y por hacérsela llegar a cuántos mas individuos posibles, mejor.
Pero él sabía perfectamente que no sólo de cultura vive el hombre.
Como habrán visto en su biografía, se vió envuelto en guerras, altercados internacionales de todo tipo y con la expulsión de los jesuitas del territorio español.
Por eso la firma tiene que inspirar respeto a los vasallos y en lugar de centrarla, prefiere plasmarla en el lado izquierdo del papel como queriendo esplicar que guarda la tradición familiar.
Y sin grandes aspavientos, déjà abierto el óvalo de las « d » cuyas crestas se inclinan también hacia la izquierda a modo de protección.
Siendo soberano por imposición indirecta del destino, tenía un enorme respeto hacia la imagen divina a la que pedía posiblemente auxilio para hacer siempre lo correcto.