Por más que la vida sea difícil y complicada, la mayor parte de la infelicidad tiene que ver con nuestros propios pensamientos, hábitos y conductas.

No todo lo que recogemos a nivel de información ha de sernos beneficioso.

Depende del perfil psicológico personal de cada uno lo que nos empuje a elegir diferentes experiencias para poder alcanzarla.

Para mí, la felicidad consiste en hacer el bien, no siempre podrás hacer algo por todos, todo el tiempo, pero siempre podrás hacer algo por alguien en algún momento.

A veces la tristeza es apropiada a las circunstancias y otras se alimenta de nuestra negatividad aumentando el malestar y la falta de autoestima.

Es una reacción absolutamente normal, no se trata de que padezcamos algún tipo de patología.



Hemos de darnos permiso para recuperarnos de sucesos dolorosos ya que tarde o temprano tendremos que enfrentarlos.

Dentro de las muchas polaridades que nos ofrece la vida, siempre estamos a tiempo de elegir la mejor opción.

Merece la pena buscar el tiempo necesario para reconocer lo que mejor puede satisfacernos.

No debemos confundirla con la depresión, aunque sí se halle en la antesala de la misma.

Según cálculos de la OMS, este mal afecta al 3% de la población mundial lo que se eleva hacia unas cifras aterradoras.

Sus síntomas se hacen cada vez más pronunciados y se debe en parte a la creciente indiferencia hacia las emociones y sentimientos ajenos.

  • La persona sufre un estado de tristeza la mayor parte del día y disminución del interés o la capacidad de placer por todas o casi todas las actividades.

  • Lo que ante le gustaba ahora ni le motiva.

  • Pérdida de peso, de apetito  o todo lo contrario.

  • Insomnio o  hipersomnia, aumento de la horas de sueño o incluso no querer levantarse de la cama casi cada día.

  •   Fatiga,  pérdida de energía.

  • Disminución de la capacidad de concentración de atención y de decisión.

  • Pensamientos o ideas recurrentes sobre la muerte, ideas suicidas.

Para poder combatirla no hay que esperar a que la tengamos ahí encima.

Podemos revisarnos internamente y procurar:

1 . No pretender ser el número uno caiga quien caiga.

2 . Prestar excesiva atención a nuestras voces negativas.

3 . Quedarse atrapado en el pasado o en el futuro como en una tela de araña.

4 . Compararse con los demás y con sus posesiones.

5 . Centrarse en los detalles negativos de la vida.

6 . Creerse el ombligo del mundo.

La letra es un termómetro infalible para detectar esos estados de ánimo bajos. A continuación enumeraré algunos rasgos típicos que le serán de gran ayuda.

  •     Líneas descendentes.

  • –     Desconexión entre las letras de la palabra.

  • –     Omisión de los signos de puntuación.

  •  –    Trazos hechos con desgana.

  •  –    Reenganches continuados.

  •  –    Escritura cóncava-convexa.

  • –     Firma tachada.

 


 

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