Hacer buena letra en grafología no necesariamente tiene el mismo significado que por ejemplo en caligrafía.
Recordemos que ya en nuestra primera infancia quizás tuvimos a alguna maestra que se empecinó en cambiar determinados aspectos de nuestra letra.
Si el texto es perfectamente claro y legible no debería modificarse nada.
Hacer buena letra en grafología implica saber cuáles son las proporciones de las que dispongo y conseguir combinar rayas y curvas.
Las letras bonitas tienen su espacio bien distribuido sobre el papel y no se chocan entre líneas.
En selección de personal cuando se utiliza la grafología muchos creen poder ocultarse detrás de una “buena letra”.
El ego piensa que se le puede engañar al grafólogo sólo haciendo una buena letra.
Pero la grafología precisamente existe para desenmascarar al verdadero «Yo» evitando que vendamos una falsa imagen de la personalidad.
Modificar a sabiendas nuestra propia grafía es perjudicial y por supuesto se nota.
Generalmente el esfuerzo empleado para encubrir todos estos cambios suele ser excesivo y la mano termina divagando.
Sin embargo puede ser que el sujeto solamente pretenda embellecer el escrito sin mayores preámbulos.
De hecho, la caligrafía consiste precisamente en esto, en adornar un texto con diferentes estilos.