Aventurándonos en grafología acerca de la distimia necesitamos primero etiquetarla.
Caracterizada por una tristeza y sufrimiento constantes durante todo el día, a día de hoy afecta a casi el 5% de la población.
También se la conoce por el nombre de trastorno depresivo persistente.
A pesar de que no se la cataloga como grave si se puede alargar en el tiempo e incluso a varios años.
Es más frecuente en mujeres menores a 64 años que en hombres de cualquier edad.
Por otra parte, puede ser un coletazo de otras enfermedades como:
–El trastorno de ansiedad (especialmente el de pánico).
–El abuso de sustancias.
–El trastorno límite de la personalidad.
¿Cómo estar atentos por si nos anda rondando?
- Trastornos alimentarios: Comer sin medida o ser inapetentes.
- Trastornos del sueño.
- Sensación de déficit de energía vital , fatiga continua.
- Trastornos de la memoria y de la concentración.
- Baja autoestima, sentimiento de incapacidad y desesperanza.
- Incapacidad para tomar decisiones.
Se sabe más de la depresión mayor que de la distimia.
La sensación que tiene el paciente es la de que nunca será capaz de ser feliz.
La persona afectada sigue con sus actividades cotidianas de una forma más o menos regular.
Pero sin tratamiento, la distimia evoluciona a una llamada «depresión doble».
Su origen puede estar relacionado con factores orgánicos, genéticos o ambientales.
Suele tratarse con la asociación de fármacos antidepresivos, con las psicoterapias conductuales, cognitivas, interpersonales y de grupo.
DETECTAR LA DISTIMIA POR LA LETRA.
- Líneas y letras sueltas con tendencia a caer.
- Vueltas innecesarias en los óvalos.
- Falta de puntuación sobre «j» y «i».
- Pastosidad en el entintado.
- Firma ilegible.
- Rúbrica tachando firma.